martes, 1 de noviembre de 2011

De ranas, secuelas y otros sustos...

Ayer alguien enlazó éste video en facebook:



Me indigné bastante, cómo podrán leer en los comments, pero si le dieron Play desde aquí con gusto lo repetiré.

Resulta que no es sólo si se llama Kermit o René, el asunto es que no sólo lo llamaron René en México, le dieron una identidad mexicana, mucho más agradable que Kermit, con la que muchos crecimos, y es a quien muchos le tenemos un cariño especial.

Se trata de historias personales, de que hicimos nuestro a Kermit llamándolo cariñosamente René.

Por supuesto, para Disney es mucho más fácil zafarse del engorroso asunto de cambiar todos los productos y adaptar el doblaje para llamarlo René en lugar de Kermit.

Y es ahí dónde encontré mi punto flaco: lo que verdaderamente me enoja es que a un personaje solo lo vean como una pieza de merchandising que puede ser prostituido al mejor postor si importar las consecuencias.

Es el mismo trauma que con El Fantasma de Manhattan y Love Never Dies: hagamos una secuela de El Fantasma de la Ópera para sacar más dinero, ¡claro! Que los personajes terminen totalmente cambiados y les pasen cosas tremendamente ofensivas no importa, simplemente ganaremos dinero.

Que El Fantasma de la Ópera haya unido y creado familias, creado y revivido sueños, reafirmado caminos, ayudado a mantenernos fieles a nosotros mismos y a nuestros ideales, ¿eso qué importa? Vistámoslo de payaso, convirtámoslo en un cruel dueño de un freak show, y matemos a su único y verdadero amor, ¡nos va dejar harto dinero!

Pues tómenla, que habemos miles de personas odiando Love Never Dies. Otras tantas fácilmente impresionables se dejaron llevar por la musiquita y el oropel y porque cantan bonito, ignorando lo maltrecho que acabó Erik.

Esa es la verdad: las nuevas generaciones se acostumbrarán, pero Kermit y Erik en Love Never Dies solamente son malos intentos de los René y Erik que amamos.

Sé lo difícil que es comprender ésto para quenes no viven de oir y contar historias, como yo. Pero a los personajes se les respeta, porque para alguien significan mucho... o todo.


Saliéndonos por la tangente: ayer fue Halloween.

Y por alguna extraña razón, lo in fueron las máscaras, y los disfraces de Erik abundaron.

Y una vez más me encuentro ante el mismo trauma: qué pocos te comprendemos, Erik.

Para muchos no fuiste más que un monstruo malvado más del cual podían disfrazarse.

Y muchos se pusieron un antifaz de colores solamente porque se veía bonito.

Erik no es un monstruo, es sólo una persona muy perdida y necesitada de amor.

Y los antifaces inudablemente son bonitos, pero usar máscaras tiene un profundo significado.

Canelle comprendió ese significado cuando Cyrano se fue, y lo comprendió gracias a Erik. Usar máscara es ocultarte, es fingir lo que no eres, fingir que estás bien cuando no lo estás, mopstrarle al mundo que nunca lo sabrán todo sobre ti.

Si oculto algo es porque no quiero que lo veas, y la regla básica de supervivencia es: no toques la máscara.

Todo ésto lo entiendes cuando vives de historias, y no simplemente las tomas como algo para pasar el rato.

Listen to the Music of the Night.