sábado, 22 de enero de 2011

Soliloquio de audición

El musical The Last Five Jears del genial Jason Robert Brown trata acerca de un chico y una chica... ella ama los escenarios, él ama escribir. Ella ama a él, él ama a ella... aunque él sea judío y ella no.

Cathy es uno de mis papeles soñados, pero ese es otro asunto.

La canción "Climbing Uphill" trata de Cathy asistiendo a una audición, toda la canción es genial, pero escuchen ustedes mismos lo que pasa cuando por fin es su turno y comienza a cantar (1:32):



Es gracioso, sí... no lo es tanto cuando te sucede, pero aún cuando te tocó, al recordarlo después no te queda de otra que sonreir.

Hoy fue día de audiciones, y como era de esperarse, sucedió.

Aún cuando sabes perfectamente que al ser un taller no te van a decir "gracias, bye" si fallas, que lo peor que puede pasar es que te manden a ensamble, mueres de miedo.

Tu cerebro trabaja a una velocidad impresionante, no me extrañaría que se hayan escrito mentalmente melodramas completos en una audición.

Llegué a una mesa larga donde además de los maestros, había dos personas que no conozco (bueno uno si sé quien es, pero ni "Hola" le he dicho nunca) y me dió todavía más miedo.

Me preguntaron mi nombre, mi edad y cuál personaje estaba buscando. Pusieron la pista y el soliloquio empezó...

Ooooh por Dios mi garganta está deshecha, no estoy cantando nada.
Bueeeno no es taaan malo, Marco me dijo que la hablara más de lo que la cantara.
No puedo quedarme aquí nadamás parada y quieta intentando cantar, aceptémoslo, NO ME VA SALIR NI UNA BUENA NOTA.
Así que tratare de actuar, sí!
Osea aparte de que no bailo van a pensar que no canto y van a pensar que como me atrevo a pedir un papel importante si no se hacer nada...
Sonríe, enójate, frústrate, muévete!
Creo que eso estuvo bien... el puente musical es demasiado largOH POR DIOS!
Se me va la pista! ALCANZALAPISTAAAA!!!
Fiu... estoy en ritmo otra vez, al menos...
Creeeo que debo dejar de ver la ventana de arriba, sí...
Debería verlos a ellos, ¿porqué nos metieron a este salón?
Me vería a mi misma en el espejo de enfrente pero noooo! Me metieron a donde NO HAY ESPEJO AL FRENTE!
Bueno ya, veremos entre las cabezas de los que están sentados enmedio...
Total, no los conozco, no los voy a ver cada sábado...
Aprovechando esta parte que es como que narrando algo...
A la una, a las dos...
¡WOW! Le vi la cara y no me paralicé ni me desmayé del miedo!
Seguiré así...
Fui estúpida...
...pero fui feliz...
y él me botó y se fue...
y se llevó mi trailer! Se lo llevó! Por allá! Señalaré a donde se lo llevó!
BieeennnMIERRRRDA!
Debí apoyar más esa nota!
¿Qué está apuntando? T.T
Ahora seré linda...
ahora seré malvada...
y terminaré siendo linda...
¿o no?
Ya no actúes concéntrate en la última frase...
Chin, corté la última nota demasiado pronto...
No luzcas demasiado asustada...
¿En qué estarán pensando?


-Gracias.
-Aaah... gracias...

Salí huyendo, me detuve un momento para preguntar a quién le llamaba y reemprendí la huída.

De la audición de baile ni hablamos -.- no sé bailar y se me olvidó el final de la manera más mensa posible...

Definitivamente pude haberlo hecho mejor si mi garganta no estuviera tan mal... a ver qué pasa...

Listen to the Music of the Night

viernes, 21 de enero de 2011

OPERA GOSPEL



Regresa Federico Di Lorenzo con su equipazo al Voila, pero han cambiado el rock y los trajes cortesanos por el gospel y los colores tribales.
Su nuevo show está basado en canciones con melodías Gospel, de autores blancos que quisieran cantar como negros.


(y uno que era negro y terminó siendo blanco... y de otro planeta... pero eso es otro rollo)


Un viajecito por la música desde los 60's, con arreglos que no te dejarán indiferente a menos que estés sordo o seas exageradamente purista.


U2, George Michael, Michael Jackson, Robbie Williams, Beatles, Seal, Creedence y varios más pasan por éstas siete privilegiadas voces para salir renovadas y llegar a tu oído provocándote diversas emociones.


Acompañados por músicos que no se quedan atrás.


Color, música y emoción te esperan en VOILA Acoustique los próximos dos jueves. De momento son las únicas fechas confirmadas.


El Tributo a Queen está los sábados en el Teatro Banamez en Santa Fe.
Los dos suenan increíbles, recomiendo los dos.


Listen to the Music of the Night

lunes, 17 de enero de 2011

LA HISTORIA DE MI FRIKES. Parte III (final)


Algo falta por aquí.

El teatro. El bendito teatro.

¿Porqué el teatro no había aparecido hasta entonces?

Porque somos clase media-baja, y antes media-baja-baja. Y el teatro es un vicio caro.

Mis principales encuentros con el teatro siendo una pequeña Lexell era cada año en el auditorio del trabajo de mamá, tristemente se perdió la costumbre, pero cada año había pastorela.

En dicho auditorio también vi una versión amateur de CATS (y me dormí! Mea culpa!) y otra de El Diluvio Que Viene (esa si me acuerdo que me gustó). Y otros encuentros con las artes escénicas: alguna vez vi a La Morsa (el mejor grupo tributo a Los Beatles de por aquí), Margarita Robleda fue a contar cuentos más de una vez (y ya mayor fui a escucharla en conferencias) y así…

Y tuve mi primera experiencia histriónica, en 1991 se escribió una obra de fin de año especial, totalmente local, era acerca de un vuelo de avión y solicitaron pasajeros. Me divertí mucho, aunque al no haber visto casi nada de teatro, no tenía ni idea de la importancia que subirse a un escenario tendría después.

Cazábamos espectáculos populares gratuitos o muy baratos: Cuentacuentos en las Ferias de Libro Infantil y Juvenil, festivales…

Una vez me gané boletos en un programa de radio de una obra infantil que no me pareció la gran cosa, porque solo me acuerdo del nombre: La Flor del Dragosaurio.


Pues un día, ya bastante mayorcita, estaba viendo Otro Rollo (ni se porqué, nunca me ha gustado) y apareció Juan Navarro cantando Music of the Night como promoción de El Fantasma de la Ópera que en ese entonces estaba en cartelera. Obviamente quedé fascinada con la voz y me entraron unas ganas de ir bárbaras.

Y pasó lo que pasa más seguido de lo que quisiéramos:
-Mamá, ¿vamos?
-La próxima semana
-Mamá, ¿vamos?
-La próxima semana
-Mamá. ¿vamos? Ya se va a acabar.
-Sí, vamos.
-¡Ya no hay boletos!

Y así fue como no vi El Fantasma de la Opera.

Mi primer encuentro ya más consciente con el teatro musical fue catalizado más bien por el doblaje.

En aquellos tiempos era muy fan del doblaje, y tenía un muy bien nutrido grupito de fans con quienes juntarme, Enzo Fortuny era súper solicitado por muchas y ellas nos informaron que saldría en una puesta en escena de Cyrano de Bergerac.

A lo que obviamente yo dije: “¿CYRANO? ¡VOY!”

Y fui, y resultó ser una adaptación musical de David Tort. Y pues fue Cyrano… la amé. Pero no pasó a mayores, la amé por ser Cyrano, no por ser musical.

Hasta que un día apareció la película de El Fantasma de la Ópera, y Gerard Butler me hacía ojitos poderosamente… como nos habíamos quedado con las ganas de verla en el teatro, la vimos en el cine.

Y ahí fue donde caí.

Me fascinó la música, me fascinó la historia, me fascinó lo fastuoso de la producción, me fascinó El Fantasma en sí. Lo encontré como un personaje fascinante.

Y me volví Phan. Pero estaba sola.

Hasta que un día, buscando por internet, di con Phans México, donde había mucha gente que compartía la afición, y un día me animé a ir a una reunión.

Ahí fue donde me abrieron los ojos y me mostraron que el mundo de los musicales iba mucho más lejos que El Fantasma de la Ópera.

Llegaron CATS, José el Soñador, Romeo & Juliette y Jeckyl & Hyde, era lo que escuchaba gran parte del día.

Pero eran solo voces y personas a través de una bocina o de un monitor, no era nada personal.

No había contacto como con los actores de doblaje o los dibujantes, eran solo voces y caras.


Hasta que un día, apareció una promoción para Violinista en el Tejado, así que me armé de valor y fui. Sola con mi peluche de Erik, tuve mi primer verdadero contacto con la magia del teatro musical.

Apenas parpadeaba al ver lo increíble del escenario, me apabullaron los coros en “Tradición” y sentí una energía increíble que nunca antes había notado.


No había monitores, era la comunión directa entre la gente allá abajo, en el escenario, y una Lexell en primera fila del mezzanie.


Y entonces apareció Él.

Lo vi y dije “Wooooow”.
Lo escuché hablar y dije “WOOOOOW”
¡Lo escuché cantar y casi muero!

Ya no había escapatoria. Ahora había personas, ahora era real y no solo una fantasía de monitor.

No tenia ni idea de que podías pararte en la puerta y esperar, además no pensé que durara tanto y tuve que regresar corriendo a casa.

Fue la primera vez que me regañaron por andar “muy tarde en la calle” saliendo del teatro. ¡A las 9:30 de la noche que llegué a mi casa! ¡Ahora me da risa!

La magia del internet me hizo contactar a ciertas personas, y en la última función de Violinista en el tejado fue cuando por primera vez esperé junto a mi gran cómplice musicalero para saludar gente. Y fue la primera vez que hablé con Él… ¿y saben qué? ¡Se me olvidó hasta como me llamo!

Y unos meses después fui por primera vez a Broadway Por Amor (concierto que una compañía de teatro amateur hace cada año para recaudar fondos, invitando a profesionales a cantar) y por primera vez estuve esperando a la salida para conocer gente yo solita. Toda penosa yo, ¡ja! Se me quitó la pena con Natalia Sosa cuando le dije quien era (ya nos escribíamos por Hi5) y se puso súper contenta.

De ahí pa adelante, conocí más gente, conocí más obras.

Un día me dijeron “Vamos a ver a los de Escenario 3” y yo dije “Pues vamos”. Y la historia dió otro giro.

Me hizo pensar “quiero hacer eso”, aunque sentía que estaba totalmente fuera de mis capacidades.

Siempre me había molestado mucho mi propia voz, y bailar… ¿yo? ¿La más débil, lenta y menos ágil?

Vi también un par de producciones con Artestudio, que hicieron más grande el “Quiero hacer eso”.


Hasta que un día, en la última función de Tick Tick Boom, después de dar las gracias el telón no bajó… y la gente se empezó a subir al escenario a las pertinentes felicitaciones, fotos y demás.

Con los ojos abiertos como platos exclamé: “¡¿Eso se vale?!” y al convencerme de que realmente estaba pasando, pues lo hice.

Subí al escenario, y en cuanto lo pisé… sentí la conexión.

“De aquí soy.” pensé, caminando despacito, mirando a mi alrededor, sintiendo… toqué la escenografía, miré hacia arriba y vi las luces.

En ese momento, prometí en silencio que cuando volviera a pisar ese escenario, sería algo más que público.

Por eso, al decidirme hace dos años que tenía que dejar de quejarme y aventarme a intentarlo escogí Escenario 3. Aunque por esas bromas del destino, mi primera producción fue en el Teatro Independencia y no en el Rafael Solana.

Para New York Stories regresaron al Solana, en el ensayo general llegué a la parte de los camerinos y dije bien fuerte “¡YA LLEGUÉ!” para el teatro, no para mis compañeros. Dejé mis cosas y subí a foro. Ver en el escenario parte de la escenografía de Tick Tick Boom casi me hace llorar ahí mismo. Había regresado, y como más que público.

Ahora el teatro es una gran pasión, me permite cantar y vivir otras vidas por un rato más allá de solo imaginarlas, me lleva al límite de mis capacidades y al final de cada semestre, piso el escenario y me digo “Aquí estoy, y conseguí avanzar. Terminemos con esto de una manera espectacular y vamos a que lo siguiente sea mejor.”

Ojalá siempre sea así.

Y así es como vivo, en tres partes les he contado como he llegado a ser lo que soy.

Y amo mi vida.

Listen to The Music of the Night

domingo, 9 de enero de 2011

LA HISTORIA DE MI FRIKES. Parte II

Dudo que haya alguien en el mundo para quien la secundaria fue una época sin contratiempo alguno.

¿Recuerdan que me separaron de mi mejor amigo en la primaria?

Pues el pretexto oficial fue que debíamos juntarnos con compañeros de nuestro mismo género, que si seguíamos solo los dos, él no desarrollaría bien su masculinidad ni yo mi feminidad.

Al llegar la secundaria, nosotros solitos descubrimos que las cosas de “mejores amigos” debían hacerse con alguien de tu mismo sexo. Entramos los dos a la misma escuela, aunque él en el B y yo en el C. Y en el B también regresó mi mejor amiga, que se había cambiado la primaria en quinto.

Ahí fue cuando nos hicimos la mejores amigas que la Técnica 31 haya conocido.

Pasábamos las tardes de los viernes en su casa (y yo le desarrollé alergia a los gatos) además de los recreos, por supuesto, peor ahí nos acompañaba una pequeña bolita que se fue armando. Nos quedábamos debajo de la escalera y después hicimos sede junto a la jaula de los perros: dos Pastores Alemanes bonitos y bien cuidados.

Y ella fue la que me indujo al vicio del anime y me volví otaku.

¿Porqué?

Porque había un nuevo mundo de historias emocionantes, un estilo d edibujo muy atractivo, de chicos guapos y de VOCES.

Después de tantos años de estar en el clóset, descubrí que era mucho más común de lo que esperaba el amor platónico hacia un personaje de animación, y lo más importante: el gusto por las voces.

De pronto, todas las voces que me habían admirado a lo largo de mi vida comenzaban a tener caras y nombres, ¡era como si las estrellas bajaran a la tierra!

Y de entre todas las voces, había una en especial que tardó un poquito en mostrar la cara, pero cuando apareció decidí que sería mi favorita. Era una voz que escuchaba cada vez más, y que al mirar hacia atrás, había estado ahí en personajes que me habían encantado en el pasado.

La voz terminó llamándose Jose Antonio Macías, y en una larga historia que merece un post aparte, me volví su fan #1 y dejé de serlo hace un par de años.

Llegó también el dibujo, antes del anime dibujaba una especie de gatos antropomórficos malíiisimos, y al volverme otaku comencé a manejar el estilo manga (sí, sé que ciertas personas se retorcerán al leer esto), el cual conservo hasta ahora.

Ser otaku se convirtió en un estilo de vida al tener personas tangibles con las cuales vivir todo eso. Conocí actores y fans de doblaje, dibujantes (amateurs y profesionales), cosplayers, escritores de fanfiction, cantantes amateurs de j-pop y toda esa pintoresca fauna que hacía de mi vida una delicia.

Una niña de mi clase me arrastró a ser fan de los Backstreet Boys, ¡toda una contradicción! Mi favorito siempre ha sido Howie D. Todavía los escucho de repente y me pongo a cantar y bailotear como si tuviera todavía esa edad.

Aunque solo los cuatro primeros discos, lo que salió después ya no me gusta.

Además, me metieron la decepción de la vida cuando fui a su concierto en el Foro Sol y resultó que no cantaban ni mayes. Yo acostumbrada a la calidad, caray…

En mi invierno número doce, apareció la que es hasta ahora mi banda favorita: Toto. Aún puedo escucharlos todo un día sin aburrirme, y desde entonces han venido a México una cuatro veces, siendo apenas la última en que pude ir a un concierto suyo (se me cebaron feamente las veces anteriores) y ser mega feliz.

Amo horriblemente como canta Joseph Williams y Steve Lukather desde el canbiazo de voz que tuvo desde Kingdom of Desire.

Y en terrenos menos multimedia, llegaron las novelas.

La primer novela de traducción íntegra que leí fue “Los Tres Mosqueteros”, en el verano con que contaba con doce años.

Es la edición de “Sepan Cuantos” de Porrúa, aún anda por aquí. De ese libro agarré mi pequeña adicción a las flores de lis, suelo usarlo como símbolo personal.

Desde entonces leo principalmente ficción.

A los catorce, además del anime, llegó algo que cambio totalmente mi vida.

O más bien alguien: Cyrano de Bergerac.


Mamá un día me sentó y me dijo “vas a ver Cyrano” y me puso la película con Gerard De Pardieu, con la idea de que me gustaría por tener un ambiente parecido a Los Tres Mosqueteros.

Creo que nunca dejará de arrepentirse de aquello.
Cyrano se convirtió en mi sensei, me abrió los ojos. Me mostró una manera de vivir libre, realmente libre.

Libre de vivir cuidándose de la manera en que nos juzgarán, libre de vivir dándole gusto a la gente, libre de decir a los cuatro vientos “¡Eres un asco de persona por esto o por aquello!” aunque te traiga enemigos y problemas, libre de amistades hipócritas y falsas, libre para ver por mi misma y no tratar de resolverle la vida a quienes no desean que se las resuelva, libre de ir por la vida contemplando la poesía en una flor, de escribir, de reir, de meterme en una batalla contra un ciento solo por defender a un amigo, de llevar los adornos en el alma y no en la ropa. Libertad de ser yo, por mí y para mí.

Y me reencontró con la Luna.

Esa cosa blanca, a veces amarilla, a veces naranja, a veces invisible en el cielo nocturno. Tan benevolente que brinda su luz para alumbrar en la oscuridad, y tan vanidosa que esa luz no lastima los ojos para que la puedas contemplar durante horas. Y está lejos. Lejísimos.

Siempre me ha fascinado, ¿no es la más hermosa?


Aun ahora miro al cielo y saludo a mi sensei, porque mi sensei está allá arriba, con nuestra amiga la Luna. Saludo a todo lo que representa, a todos mis sueños y a toda ésta Lexell que descubrió como vivir en la plenitud del yo gracias a él.



En el terreno amoroso, la secundaria marcó el inicio de los fracasos.

Para empezar, tenía como a muchos de los hombres de mi generación tras de mi (todos los de mi salón y algunos del A y del B)… supongo que todos han visto Bella y Bestia, ¿cierto?

Piensen en Gastón: un tipo pagado de si mismo, insoportable, acosando a Bella porque es la única en el pueblo que no le festeja sus muestras de poder, galanura y machismo. Multipliquen a Gastón por cincuenta, pónganse en el lugar de Bella… ¿Ya? ¡Bienvenidos a mi adolescencia!

Por supuesto, el único niño que me gustaba solo me veía como una compañera más, y anduvo casi toda la secundaria con la misma tipita odiosa.

Mi secundaria terminó entre un grupito de amigos, anime, doblaje, cine, libros, Toto y los Backstreet Boys.

¿Notan que algo falta por aquí?

La pieza faltante en mi frikes llegó después, y se los contaré después.

Listen to the Music of the Night.

lunes, 3 de enero de 2011

LA HISTORIA DE MI FRIKES. Parte I

Es una larga historia y no quiero dejarles leer unas quince páginas seguidas con fondo rosita, además se ve feo, así que lo dividiré

Comenzaré con mi suposición de que mi anormalidad se origina desde mi gestación.


Y es que todos esperaban ansiosos que saliera del útero de mi madre un niño.

Sí, nunca hemos sido muy acomodados económicamente y los ultrasonidos estaban fuera del alcance, así que todas esas ondas de “por lo que comes” o “por como se te ve la panza” o “por como se te ven las manos" o “si el hilito cuelga para allá es niño y para el otro lado es niña” indicaban que yo era un niño.

Todos me llamaban “niño”, “sobrino”, “primo” así que el día en que nací, un montón de familiares abarrotaron el sanatorio y recibieron la sorpresa de una niña.

Charáaaan.

Creo que en ese proceso se me cruzaron algunos cables, como por ejemplo mi mediana inclinación musical. Mi mamá y mi tía Evita (su hermana) no tienen ni una pizca, y sus hermanos son músicos de oído… yo no puedo sacar de oído una canción en piano, pero tampoco confundo a Savage Garden con los Backstreet Boys (mi mamá sí).

O que todas las niñas veían telenovelas y querían ser La Pícara Soñadora mientras yo quería ser Leonardo de Las Tortugas Ninja.

Tenía dejos de normalidad, por supuesto: bailaba en la andadera con canciones de Luis Miguel y tarareaba canciones de JuanGa.


La cosa se complicó cuando empecé a tener individualidad, y comenzó mi inclinación hacia las voces masculinas.

Mamá suele citar la anécdota de que a los tres años yo decía que quería casarme con Sergio Dalma. Lo que nunca pude hacerle entender era que a esa tierna edad no me interesaba la foto en la portada del LP, mi única motivación por la que quería desposarlo era para que me cantara todos los días en vivo y solamente a mi “Esa Chica Es Mía”. Hasta hace unos años ni siquiera recordaba la portada del LP (gracias, Internet), pero recuerdo más que claramente su voz en dicha canción.

Entré a la escuela mas o menos dos meses antes de cumplir los cuatro años. Como mi cumpleaños es en Septiembre convencieron a la escuela de inscribirme aún teniendo tres en lugar de esperar casi todo un año.

Intenté encajar, pero no fue nada sencillo. Para empezar era una niña de interiores: mis padres trabajaban y me cuidaba mi abuela, así que estaba encerrada en casa. Por lo tanto en los juegos tradicionales como atrapadas y escondidas siempre perdía, siempre la más lenta, más débil y menos ágil.

Además de que mis intereses eran un tanto diferentes.

“Niña de interiores con intereses diferentes” sí, creo que de haber tenido una tarjeta de presentación en mi infancia eso hubiera dicho.

Mis padres, aunque ausentes por trabajo, nunca lo estuvieron en influencia.

En cuanto tuve uso de razón, mi papá me enseñó a que todo lo que recibía de la televisión, de las películas, de los cuentos, de los comics y etcétera debía ser pasado por LA pregunta: ¿Qué hubieras hecho tu?”.

Aprendí a hacer cada mundo nuevo como mío, a vivir una nueva vida en cada uno de esos mundos, y si al cerrar un cuento o un comic, terminar un programa o una película, si no me hizo encontrar la manera de hacerme ver parte de ese mundo, ni siquiera como “persona que pasaba caminando”, aún ahora sigue siendo una pérdida de tiempo.

En casa había juguetes (siempre me han gustado los que tienen mil accesorios, como ya lo comenté hace un tiempo), comics, películas, libros de cuentos (de hecho durante casi un año agarré la manía de leer periódicamente “La Reina de las Nieves” aun cuando me tomaba horas), discos y cassetes de música verdaderamente infantil y audi-cuentos, hojas para dibujar, lápices, colores, plastilina, y algunas Barbies a las que rara vez les hacía caso.

La única vez que me recuerdo jugando Barbies fue con mi papá, no se de donde sacó retazos de tela y estuvimos haciéndoles “vestidos” fue genial…

La casa de mi tía Evita era el paraíso. Una pared llena de mis películas básicas en versión beta (algunas no las he vuelto a ver jamás), un montón de libros de cuentos, un montón de juguetes, una gigantesca colección de plumas (para escribir), historietas como Asterix, Peanuts, antologías de Quino, televisión por cable y una cocina grandota con un horno funcional donde hacíamos pasteles y galletas. Ya mayor descubrí sus novelas.

Al contrario, llegar a casa de mi abuela paterna (como en cada periodo vacacional) sin que mis primos estuvieran ahí era un verdadero reto a mi inventiva. El canal sintonizado casi todo el día era el Once y las noticias en la noche, no tenía problema en ver toda la barra infantil del Once (era buenérrima) junto a mi tío César (quien tiene retraso mental, un eterno niño de dos años… por él no tengo problemas de adaptarme a personas con capacidades así de diferentes), y lo único impreso que no era cristiano era una colección de cuatro libros de cuentos sobre animales, aun sabiéndomelos de memoria los repasaba una y otra vez: las ilustraciones eran bellísimas. Años después no se como apareció una colección de mitología griega aligerada y no hubo manera de que la soltara.

Cuando por fin llegaban mis primos jugábamos los tres felizmente: mi prima Eunice era la doncella en apuros, yo el caballero que la salvaba y mi primo Abraham el malo. Fuimos particularmente felices los años en que el domicilio de mi abuela incluía un jardín grandotote con pasto y árboles, uno de granadas (mi fruta favorita) y un arbolito de duraznos en el que decidí que mi color favorito era el morado.

Lo decidí uno de esos días en que estaba sola, contemplando el cielo y los árboles en ese jardín, cansada de estar persiguiendo bichitos. De un momento a otro se paró en el arbolito de duraznos una mariposa enorme, con las alas de un inmaculado morado y el cuerpo negro con puntitos blancos. La miré azorada hasta que volvió a salir volando. Mi color favorito es el morado, y la mariposas con alas moradas y cuerpo negro con puntitos blancos aun aparecen en algunos dibujos.


Un mal día en preescolar, platicando con las niñas de mi salón, hablaban de que les gustaban los galanes de telenovelas y cantantes y algún día tendrían novios así; y a mi se me ocurrió decir que quien me gustaba para novio era Golfo, el de "La Dama y el Vagabundo".

Recuerdo perfectamente sus caras de estupefacción total y que una exclamó: “¡Pero es un perro!”, secundada por las demás.

“¿Y qué tiene?” pregunté yo “¿No habrá un hombre así con esa voz tan bonita y de ese carácter tan lindo? ¿No les gustaría?”

No, a las niñas no se les podía sacar de la cabeza la idea de que ERA UN PERRO y trataron de obligarme a retractarme y como no quise, hasta me dejaron de hablar.

Comprendí que gustarme un personaje de caricatura no era el boleto a la popularidad, así que no volví a mencionar el asunto durante el resto de preescolar y primer año de primaria en que estuve en esa escuela. Pero por supuesto no lo abandoné, seguía gustándome Golfo y seguía bajando corriendo del transporte escolar para prender la tele y ver “Dartacan y Los Tres Mosqueperros” (Aramis me gustaba desde entonces, aun siendo Amis). Fingía ser como las demás niñas, pero la verdad es que no era feliz.

El asunto cambió por completo cuando nos mudamos del Estado de México al DF, llegué de mi casa en que estábamos solos a ésta en que está la iglesia y viven otros tíos, y yo llegué a mi nueva escuela ya con mi bien ensayado disfraz de niña normal.

Pero entonces conocí a un niño aún máaaas raro que yo.

Era uno de los segregados del salón, pero a mi me pareció interesantísimo: gordito, güerito y de lentes, y su único interés (o más bien obsesión) en la vida eran los extraterrestres y demás cosas paranormales. Quien sigue siendo mi mejor amiga era la otra segregada del salón (la típica víctima de bullyng) y los tres nos juntamos.

Durante segundo año de primaria me pareció fascinante todo lo nuevo que me enseñó este niño, pero en tercero apareció la manzana de la discordia: Oscar.

¡Era todo un caso! Su película favorita era Terminator 2 y su sueño dorado era ser el primer mexicano en dirigir las Industrias Light&Magic, era un genio en cultura pop.

Y como mi pequeño parapsicológico no hablaba de otra cosa, adivinen quién me pareció más interesante… Oscar se empezó a juntar con nosotros hasta que se pelearon, y yo seguí al nuevo, la verdad era que ya me había aburrido todo el asunto de los ovnis (no he querido volver a saber nada de eso desde entonces, a menos que me especifiquen que es claramente parte de una ficción).
Pasamos casi toda la primaria juntos: en los recreos creábamos guiones y parodias que duraban hasta semanas, y para acabarla nuestras mamás trabajaban en la misma empresa, así que se hicieron amigas ellas también y casi todos los viernes después de la escuela los cuatro paseábamos, íbamos al cine y al McDonalds de Aeropuerto (hasta que ya no nos dejaron entrar a los juegos y entonces perdimos el interés).

Aquello era lo mejor para un par de niños anormales. Hasta que las maestras se hartaron de nosotros y un buen día nos separaron.

Simplemente nos prohibieron juntarnos, hasta que mi mamá se dio cuenta de que andaba toda triste.

¿Y cómo no estarlo? Nuevamente estaba tratando de ser normal porque me vi obligada a juntarme con las niñas y al ver que seguía sin encajar, tuve que fingir de nuevo.

Pero mamá osa se enteró de que ya no me dejaban juntarme con Oscar, y fue con la otra mamá osa, y mamás osas unidas aterrorizaron a maestras, directora y psicóloga de la escuela hasta que no les quedó remedio de dejarnos estar juntos de nuevo y la felicidad volvió.

Hasta que un día, la primaria acabó… y lo que viene después, se los contaré después.

Por cierto, les dije que no leerían qince páginas segidas en fondo rosita... acaban de leer cuatro páginas (más un párrafo de una quinta página) de Works con letra Arial 12, jeje.

Listen to the Music of the Night.

sábado, 1 de enero de 2011

¡FELIZ 2011!


¡Que éste año y ésta década que comienzan rebasen todas las escalas de medida en amor!



Gracias a Dios por haber sobrevivido un año... una década... diez años se dice fácil, pero recordar que el 30 de Diciembre del 2010 la camioneta en que regresábamos de vacaciones con otra familia volcó y fue pérdida total, mientras los ocupantes terminamos solo medio muertos del miedo y golpeados, me hace sentir la más agradecida por estar aquí.



Les deseo a todos un año de amor, de crecimiento, de fuerza para levantarse de las adversidades (que seguro habrá) y que lo sembrado en el 2010 crezca y florezca para bien.



Por mi parte, les prometo que el blog iniciará la década respondiendo a la mítica pregunta que tarde o temprano (generlamente temprano) se formula todo aquel que conoce a ésta Lexell quien ahora escribe:



¡¿PORQUÉ NO ERES UNA NIÑA NORMAL?!



Stay tuned!



Listen tothe Music of the Night.