lunes, 20 de julio de 2015

Sólo Quiero Hacerte Feliz


Al parecer, ese es el deseo de todos los que participan en esta obra, porque no hay más que comentarios buenos, y me uno a ellos.

Este año debería haber escrito más por aquí, pero hace mucho que no me apaleaban taaaanto moralmente desde varios frentes y no quería arriesgarme a desquitarme con quien no debería.

Bueh, si algo me ha detenido de lanzarme por un puente o al metro en lo que va del año es el teatro. De hecho, creo que he tenido la mayor variedad en obras vistas. Regresar a ver Godspell y La Fierecilla Tomada, animarme por fin a ver Micro Teatro (y que luego me reencontrara con Carballido), la magnífica El Rey León (porque me invitaron, que si no seguiría sin verla), la elegantísima comedia de Los Hartistas, el precioso texto de gran crudeza El Inspector v.01 , la IMPECABLE Wit, el encantador concierto-obra Broadway a la Sexta, los ya tradicionales conciertos de Opera Prima Rock y después de un par de años volver a escuchar a Marco (en lo más profundo del hoyo depresivo, he de decir)... siento que me falta al menos una por mencionar... y lo que nos atañe, la gran sorpresa: Sólo Quiero Hacerte Feliz.

Empezaré por decir que, en general, le tengo mala fe a la gente de tele cuando se sube a un escenario. No eres tú, soy yo. A menos que desde la tele hagan muy buenas actuaciones. Pero ya había visto a Anahí Allué en ocasiones anteriores y a  Mario Monroy en Micro Teatro, y con el "Teatro de a 100" de Teatromanía (@alasbutacas ¡Acuérdense!) y con tantos buenos comentarios, me dije: "Porqué no?".

De entrada es algo que nunca había visto ni me había podido siquiera imaginar: una obra de seis horas dividida en tres partes. Y no, no tienes que ver las tres para saber en que termina: cada obra es independiente pero se desarrolla en diferentes partes de una casa (Jardín, sala y comedor), por lo que al final sabrás que es lo que pasó en una habitación mientras los demás estaban en otra, y hay alusiones a lo que sucede o lo que sucedió, ya que no todo es exactamente en los mismos momentos.

Como dijo el sabio Quecho Muñoz el sábado a la hora de la comida, después de ver La Sala: "es voyeurista el asunto", porque además de que el público rodea el escenario y tarde o temprano alguien te dará la espalda (¡cómo si estuvieras espiando! Bueno, eso dicen...), hay momentos en que la gente se ríe y tú no sabes porqué, creándote esa sensación de "algo saben que yo no". Y ese es uno de los grandes aciertos del concepto: apela a nuestra naturaleza metiche y chismosa. Quieres saberlo todo y cuando te das cuenta ya estás sentado otra vez en el bello Foro Lucerna (anda, ya me acordé de una que me faltaba) enterándote del chisme y uniéndote a las risas que confunden a los novatos.

¿Y el otro acierto? Que no pretende ser chistosa. Es real. Aparte de la excelente tropicalización por la que no faltará que en el intermedio o a la salida escuches el comentario "Wooow, ¿no es una obra mexicana?" (aunque tal vez no lo escuchen, porque parar oreja antes, en el intermedio y después de función es uno de los placeres de quien quien disfruta el teatro en solitario), los personajes son reales, todos los conocemos y/o nos reconocemos.

Nos encontramos con una mujer con un serio problema de control, su marido que a pesar de todo (casi) siempre mantiene el buen humor, la hermana que se queda a cuidar a madre enferma, su amigo veterinario que es más bien lento y le importa más la pata del gato que los seres humanos, la hermana con más interés en trabajar que ser ama de casa y su marido escandaloso y muy (muuuy) necesitado de atención. Encarnados por un elenco fantástico que funcionan como la perfecta familia feliz que si se juntara más de dos veces al año esto sería una matadera de proporciones Shakespeareanas.Y como adición tantas cosas como  gatos suicidas, galletas de destrucción masiva, juegos incomprensibles, ponches caseros, un tapete peludito y quién sabe qué más me espere en el jardín.

Es tan jocoso como incómodo reírme al reconocerme en Neto y Mauricio, y a pesar de que tengo muchas ganas de enterarme de todo lo que pasa en el jardín, lo que me muero por ver es qué más inocentadas hace el primero y desvaríos el segundo.

Total: si sólo quieren ser felices por dos horas, vayan a ver una, la que sea, saliendo van a querer comprar boleto para las otras dos. Porque, encima de todo, hay descuentos.Un boleto por $350, si ves otra ya te cuesta $280 y si ves las otras dos ya te cuestan $200.

¿Quieren hacerte feliz, o no? ¿Vas a dejar pasar esta oportunidad?


Nos vemos en el jardín, seguro me distinguen en la multitud. Soy... magnética... o algo así..... ¡Miau!

Listen to the Music of the Night.

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