525 600 minutes 525 600 moments so dear...

25 de Diciembre de 2006. Amanecí con una lindisima indigestión por el exceso de pavo la noche anterior, así que me quedé en casa mientras mi madre fue a casa de unas tías.
Así que agenciandome de un cuarto que no es mío, desenvolví de su celofán la película de RENT que acababa de recibir un día anterior.
Max hablaba y hablaba sobre RENT, y la curiosidad por saber qué podría tener de fantástico un musical sobre adictos, homosexuales y seropositivos me llevó a los primeros acordes de Seasons of Love en una pantalla negra.
525 600 minutes, how do you measure measure a life?

En cuestión de minutos estaba enamorada/identificada de Mark Cohen, con su cámara en mano, el pilar de un grupo de amigos cargados de conflictos, carencias, confusiones, contradicciones, luchas, enfermedades. Mientras todos se hacen bolas Mark está siempre ahí, testigo y apoyo incondicional de las historias de los demás, aun cuando los sacrificios a su propia historia y sus propios ideales sean grandes.
Me suena tan familiar...
How about love? Measure in love. Seasons of love.

En medio de acordes de rock por demás pegajosas, letras poderosas y personajes que a pesar de sus excesos muestran características de "fulano y mengano", se exalsa la tolerancia, la entrega, el amor, la amistad, la bondad, el perdón, la superación, la capacidad de compartir, no solo con los demás, sino con uno mismo.
Ese No Day But Today que lo mantiene a uno en pie de lucha, confrontando a la opresión, buscando nuestra manera de alcanzar el éxito y la felicidad (o al menos no morir de hambre o frío), de hacer entender a esa persona que lo quieres, de vivir y agradecer a plenitud. ¿Se puede regresar el tiempo para hacerlo ayer? ¿Estamos seguros de que tendremos un mañana?
No hay más que hoy y eso es RENT para mi.
Y en Diciembre del 2007, llegó Tick Tick Boom!
Deja ya de jugar, haz tiempo fuera empieza a respirar

Grave error.
Un par de semanas después me encontraba acostada en esa cosa rara sobre la que duermo, con los audífonos puestos escuchando por primera vez y cayendo irremediablemente una vez mas ante la genialidad de Larson.
Esta vez, más enfocado en un problema específico: DECIDIR. A menos que tengas tu vida resuelta, es imposible evitar sentirte identificado con John, quien de pronto se encuentra en medio de varias opciones que lo hacen dudar de su máxima aspiración en la vida.
¿Era realmente la máxima?
Haz lo que sientas e intenta ver que tu vida solo es tuya y nadie más la puede vivir.

Debes decidir, hacer lo que sientas, aceptar que a veces no conseguirás hacerla sonreir, que tu dosis de azúcar te hace sentir mejor pero no desaparece tus problemas, y que actuar es más fuerte que hablar.
Actuar es más fuerte que hablar, fue la realidad más contundente que viví en la temporada que Tick Tick Boom estuvo en el Solana, especialmente al final de la últma función. Especialmente en un momento mágico que recordaré por siempre.
Y ahora, rumbo a NY, puedo por fin vivir la música de Larson, cantando con mis compañeros algunas de las canciones que llegaron a marcar mi vida, que canto a gritos cuando me siento sola, triste y decepcionada. Esa música fantástica en la que no puedo evitar mirarme reflejada, y que ha hecho de mi vida algo mejor.
Gracias por todo, Larson. Y aunque sea de otro musical, ahora debo decir:
Gracias por dejarme tu música seguir.
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