miércoles, 28 de octubre de 2009

Frío y soledad...

Es uno de esos días en que te cuesta tanto trabajo salir de la cama, después de una noche helada, una madrugada con pesadillas y al sacar debajo de las cobijas alguna parte de tu cuerpo se te enchina la piel por el cambio de temperatura.

Cuando finalmente lo consigues, y comienzas a buscar que ropa ponerte, comienzas a preguntarte cuál es el motivo para continuar de pie, haciendote conciencia de la fecha y de los compromisos, las obligaciones, y supuestas alegrías que el día te depara.

¿Qué tenía de importante el 28 de octubre?

Ah, claro, su cumpleaños.

Los años que pasamos juntas, estuvimos al tanto de la depresión pre-cumpleaños, de los preparativos,y de festejar lo mejor que pudiéramos que cumplíamos un año más en esta tierra.

El 25 de septiembre de este año, de ella sólo continuó el silencio, una piedrita más a las que me tienen aún sentida con quien me llamaba "mejor amiga".


Y a quien obviamente, le creía.

Si alguien me dice "te quiero" o algo similar, me da por entregarme una vez más, con mis mayores esfuerzos por ser la compañía perfecta, olvidándome por completo de que todos tarde o temprano encuentran algo o alguien que les parece mejor para compartir su tiempo.

De pronto aparece un mensaje "Ah, ya me fui, ¿no sabías?" o simplemente un día dejan de llamar, de escribir, de dar señales de vida.

Dejándome con el esfuerzo en la mano estirada.

Y mientras planchas esa camiseta un poco más calientita , recordando todo esto, de pronto empiezas a llorar, sintiéndote una persona estorbosa y sobre todo desechable.


Llorar antes de las ocho de la mañana no es un buen comienzo de día para nada.

Me miré al espejo... Dios, que aspecto tan lamentable... me cepillé el cabello mirando las lágrimas rodar, y controlando los sollozos, mi mamá seguía durmiendo, todas las veces que desperté la noche anterior ella continuaba despierta, así que no podía despertarla y preocuparla.

Para cuando Mario llegó a recogerme, medio despierta se despidió de mi, con los ojos cerrados para no perder el sueño. Ya había conseguido dejar de llorar, y los ojos no me habían quedado muy rojos que digamos...

Me mantuve medio dormida y casi en completo silencio en el camino, Mario estaba particularmente decepcionado por no estar con mi mamá desde temprano ya que esperaba enmendar la mala jugada que le habìan hecho las hormonas menopáusicas a la pobre el dìa anterior.

Comencé a caminar por los corredores del plantel acomodándome los audífonos, la primera canción en sonar fue Expreso Astral. Un par de canciones después comenzaron las clases, el ocio es la madre de todos los vicios, así que mantener mi mente ocupada alejó los pensamientos depresivos por un rato.


Y pues no tuve la clase de las 10 y estoy aquí... todavía no llego ni a la mitad del día, me espera comer con mi mamá después de la clase 11:30-1:00 y luego supongo que haré tarea mientras dan las 5:30, hora de emprender el camino a mi clase de canto.

Supongo que ahí tendrá sentido el día, a menos que las dos semanas de collarín me hayan dejado la voz malacostumbrada y me repitan una y otra vez "así pero afinado", con toda la paciencia del mundo, eso sí. My teacher is love.

La vida tiene más sentido cuando te das cuenta de que al abrir la boca puede salir algo afinado de ella, algo que pueda acoplarse a una bella canción de vida, de amor, de esperanza, de alegría o hasta de despecho; algo que te haga sentir mejor, pues.

Quiero cantar, extrañé cantar el tiempo que tuve lesionado el cuello, quiero ser parte de la belleza de la música con mi voz, y sentir que estoy haciendo algo que me gusta y lo estoy haciendo cada vez mejor.

Eso sin duda me levantará el ánimo.

Listen to the Music of the Night
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