Van a decir que todo me pasa, pero sip, tengo una experiencia sobre esto.
Una de esas veces en que me hacen esperar unos 25 minutos (no diré quien, esa es otra historia), estaba yo en la estación Allende y se me acercó un tipo: gordo, chaparro, medio calvo y con un traje color café feo.
Se acercó con fingida amabilidad, me saludó, y me preguntó mi nombre. Yo contesté "Ana" (siempre contesto Ana cuando no quiero decir mi nombre, no me acuerdo qué apellido me inventé) ya convencida de que el asunto no pintaba bien.
Y así sin mas me dijo que tenía buen cuerpo y que si me gustaria ser Edecan. Que era de la empresa no-se-qué (no me acuerdo la neta) y me dijo que me daría una tarjeta, pero cada vez que se la pedí me la negó.
Me asomé con la misma discreción del hombre a la bolsa de mandado que cargaba: una lechuga y jitomates (¿cómo me acuerdo de eso y no del nombre de la empresa? No pregunten) mientras él me choreaba sobre el examen que le hacían a las edecanes.
Me preguntó cosas como lo que leía, asociación de ideas... respringué cuando me preguntó de que color era mi ropa interior y no me quedó duda de que era un asunto turbio. Contesté que ya respondería si me preguntaban eso en la entrevista.
No necesito decirles que la información posterior no me sorprendió en lo más mínimo: que si estaba interesada, nos veíamos en la fuente afuera del metro pino suarez y él me llevaba a donde se hacían las entrevistas. Me ofreció 200 pesos para ir en taxi a dicha entrevista y para farolear en un par de ocasiones durante nuestro encuentro le echó una ojeada a un fajillo de billetes de 500 (que seguro eran puros papelitos, tal vez el de arriba era real...) sacándolos un segundo del bolsillo interior de su saco.
Finalmente llegó la persona que esperaba y el tipo huyó despidiéndose de mi.
Me pregunto si habrá chicas tan poco avispadas para caer en algo así ._. Yo rara vez me paro en esa estación, así que simplemente lo olvidé.
Pero en serio, el número se le veía super ensayado, seguro que ya había embauado a varias.
Así es la vida en la ciudad...
Listen to the Music of the Night
Una de esas veces en que me hacen esperar unos 25 minutos (no diré quien, esa es otra historia), estaba yo en la estación Allende y se me acercó un tipo: gordo, chaparro, medio calvo y con un traje color café feo.
Se acercó con fingida amabilidad, me saludó, y me preguntó mi nombre. Yo contesté "Ana" (siempre contesto Ana cuando no quiero decir mi nombre, no me acuerdo qué apellido me inventé) ya convencida de que el asunto no pintaba bien.
Y así sin mas me dijo que tenía buen cuerpo y que si me gustaria ser Edecan. Que era de la empresa no-se-qué (no me acuerdo la neta) y me dijo que me daría una tarjeta, pero cada vez que se la pedí me la negó.
Me asomé con la misma discreción del hombre a la bolsa de mandado que cargaba: una lechuga y jitomates (¿cómo me acuerdo de eso y no del nombre de la empresa? No pregunten) mientras él me choreaba sobre el examen que le hacían a las edecanes.
Me preguntó cosas como lo que leía, asociación de ideas... respringué cuando me preguntó de que color era mi ropa interior y no me quedó duda de que era un asunto turbio. Contesté que ya respondería si me preguntaban eso en la entrevista.
No necesito decirles que la información posterior no me sorprendió en lo más mínimo: que si estaba interesada, nos veíamos en la fuente afuera del metro pino suarez y él me llevaba a donde se hacían las entrevistas. Me ofreció 200 pesos para ir en taxi a dicha entrevista y para farolear en un par de ocasiones durante nuestro encuentro le echó una ojeada a un fajillo de billetes de 500 (que seguro eran puros papelitos, tal vez el de arriba era real...) sacándolos un segundo del bolsillo interior de su saco.
Finalmente llegó la persona que esperaba y el tipo huyó despidiéndose de mi.
Me pregunto si habrá chicas tan poco avispadas para caer en algo así ._. Yo rara vez me paro en esa estación, así que simplemente lo olvidé.
Pero en serio, el número se le veía super ensayado, seguro que ya había embauado a varias.
Así es la vida en la ciudad...
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