lunes, 17 de enero de 2011

LA HISTORIA DE MI FRIKES. Parte III (final)


Algo falta por aquí.

El teatro. El bendito teatro.

¿Porqué el teatro no había aparecido hasta entonces?

Porque somos clase media-baja, y antes media-baja-baja. Y el teatro es un vicio caro.

Mis principales encuentros con el teatro siendo una pequeña Lexell era cada año en el auditorio del trabajo de mamá, tristemente se perdió la costumbre, pero cada año había pastorela.

En dicho auditorio también vi una versión amateur de CATS (y me dormí! Mea culpa!) y otra de El Diluvio Que Viene (esa si me acuerdo que me gustó). Y otros encuentros con las artes escénicas: alguna vez vi a La Morsa (el mejor grupo tributo a Los Beatles de por aquí), Margarita Robleda fue a contar cuentos más de una vez (y ya mayor fui a escucharla en conferencias) y así…

Y tuve mi primera experiencia histriónica, en 1991 se escribió una obra de fin de año especial, totalmente local, era acerca de un vuelo de avión y solicitaron pasajeros. Me divertí mucho, aunque al no haber visto casi nada de teatro, no tenía ni idea de la importancia que subirse a un escenario tendría después.

Cazábamos espectáculos populares gratuitos o muy baratos: Cuentacuentos en las Ferias de Libro Infantil y Juvenil, festivales…

Una vez me gané boletos en un programa de radio de una obra infantil que no me pareció la gran cosa, porque solo me acuerdo del nombre: La Flor del Dragosaurio.


Pues un día, ya bastante mayorcita, estaba viendo Otro Rollo (ni se porqué, nunca me ha gustado) y apareció Juan Navarro cantando Music of the Night como promoción de El Fantasma de la Ópera que en ese entonces estaba en cartelera. Obviamente quedé fascinada con la voz y me entraron unas ganas de ir bárbaras.

Y pasó lo que pasa más seguido de lo que quisiéramos:
-Mamá, ¿vamos?
-La próxima semana
-Mamá, ¿vamos?
-La próxima semana
-Mamá. ¿vamos? Ya se va a acabar.
-Sí, vamos.
-¡Ya no hay boletos!

Y así fue como no vi El Fantasma de la Opera.

Mi primer encuentro ya más consciente con el teatro musical fue catalizado más bien por el doblaje.

En aquellos tiempos era muy fan del doblaje, y tenía un muy bien nutrido grupito de fans con quienes juntarme, Enzo Fortuny era súper solicitado por muchas y ellas nos informaron que saldría en una puesta en escena de Cyrano de Bergerac.

A lo que obviamente yo dije: “¿CYRANO? ¡VOY!”

Y fui, y resultó ser una adaptación musical de David Tort. Y pues fue Cyrano… la amé. Pero no pasó a mayores, la amé por ser Cyrano, no por ser musical.

Hasta que un día apareció la película de El Fantasma de la Ópera, y Gerard Butler me hacía ojitos poderosamente… como nos habíamos quedado con las ganas de verla en el teatro, la vimos en el cine.

Y ahí fue donde caí.

Me fascinó la música, me fascinó la historia, me fascinó lo fastuoso de la producción, me fascinó El Fantasma en sí. Lo encontré como un personaje fascinante.

Y me volví Phan. Pero estaba sola.

Hasta que un día, buscando por internet, di con Phans México, donde había mucha gente que compartía la afición, y un día me animé a ir a una reunión.

Ahí fue donde me abrieron los ojos y me mostraron que el mundo de los musicales iba mucho más lejos que El Fantasma de la Ópera.

Llegaron CATS, José el Soñador, Romeo & Juliette y Jeckyl & Hyde, era lo que escuchaba gran parte del día.

Pero eran solo voces y personas a través de una bocina o de un monitor, no era nada personal.

No había contacto como con los actores de doblaje o los dibujantes, eran solo voces y caras.


Hasta que un día, apareció una promoción para Violinista en el Tejado, así que me armé de valor y fui. Sola con mi peluche de Erik, tuve mi primer verdadero contacto con la magia del teatro musical.

Apenas parpadeaba al ver lo increíble del escenario, me apabullaron los coros en “Tradición” y sentí una energía increíble que nunca antes había notado.


No había monitores, era la comunión directa entre la gente allá abajo, en el escenario, y una Lexell en primera fila del mezzanie.


Y entonces apareció Él.

Lo vi y dije “Wooooow”.
Lo escuché hablar y dije “WOOOOOW”
¡Lo escuché cantar y casi muero!

Ya no había escapatoria. Ahora había personas, ahora era real y no solo una fantasía de monitor.

No tenia ni idea de que podías pararte en la puerta y esperar, además no pensé que durara tanto y tuve que regresar corriendo a casa.

Fue la primera vez que me regañaron por andar “muy tarde en la calle” saliendo del teatro. ¡A las 9:30 de la noche que llegué a mi casa! ¡Ahora me da risa!

La magia del internet me hizo contactar a ciertas personas, y en la última función de Violinista en el tejado fue cuando por primera vez esperé junto a mi gran cómplice musicalero para saludar gente. Y fue la primera vez que hablé con Él… ¿y saben qué? ¡Se me olvidó hasta como me llamo!

Y unos meses después fui por primera vez a Broadway Por Amor (concierto que una compañía de teatro amateur hace cada año para recaudar fondos, invitando a profesionales a cantar) y por primera vez estuve esperando a la salida para conocer gente yo solita. Toda penosa yo, ¡ja! Se me quitó la pena con Natalia Sosa cuando le dije quien era (ya nos escribíamos por Hi5) y se puso súper contenta.

De ahí pa adelante, conocí más gente, conocí más obras.

Un día me dijeron “Vamos a ver a los de Escenario 3” y yo dije “Pues vamos”. Y la historia dió otro giro.

Me hizo pensar “quiero hacer eso”, aunque sentía que estaba totalmente fuera de mis capacidades.

Siempre me había molestado mucho mi propia voz, y bailar… ¿yo? ¿La más débil, lenta y menos ágil?

Vi también un par de producciones con Artestudio, que hicieron más grande el “Quiero hacer eso”.


Hasta que un día, en la última función de Tick Tick Boom, después de dar las gracias el telón no bajó… y la gente se empezó a subir al escenario a las pertinentes felicitaciones, fotos y demás.

Con los ojos abiertos como platos exclamé: “¡¿Eso se vale?!” y al convencerme de que realmente estaba pasando, pues lo hice.

Subí al escenario, y en cuanto lo pisé… sentí la conexión.

“De aquí soy.” pensé, caminando despacito, mirando a mi alrededor, sintiendo… toqué la escenografía, miré hacia arriba y vi las luces.

En ese momento, prometí en silencio que cuando volviera a pisar ese escenario, sería algo más que público.

Por eso, al decidirme hace dos años que tenía que dejar de quejarme y aventarme a intentarlo escogí Escenario 3. Aunque por esas bromas del destino, mi primera producción fue en el Teatro Independencia y no en el Rafael Solana.

Para New York Stories regresaron al Solana, en el ensayo general llegué a la parte de los camerinos y dije bien fuerte “¡YA LLEGUÉ!” para el teatro, no para mis compañeros. Dejé mis cosas y subí a foro. Ver en el escenario parte de la escenografía de Tick Tick Boom casi me hace llorar ahí mismo. Había regresado, y como más que público.

Ahora el teatro es una gran pasión, me permite cantar y vivir otras vidas por un rato más allá de solo imaginarlas, me lleva al límite de mis capacidades y al final de cada semestre, piso el escenario y me digo “Aquí estoy, y conseguí avanzar. Terminemos con esto de una manera espectacular y vamos a que lo siguiente sea mejor.”

Ojalá siempre sea así.

Y así es como vivo, en tres partes les he contado como he llegado a ser lo que soy.

Y amo mi vida.

Listen to The Music of the Night

4 comentarios:

  1. Lamento decirte que no eres una Friki

    Más bien serias una Geek de musicales.

    Saludos .

    ResponderEliminar
  2. @Doctor Friki
    Yyyy eso lo dedujiste solo por ésta entrada?

    ResponderEliminar
  3. Yyyy ....... No, lo digo por la mayoría de las entradas de tu blog, que son muy respetables tus gustos pero me gusta que se usen correctamente las palabras, Friki es ser otra cosa te pongo unos enlaces:

    http://doctorfriki.blogspot.com/2010/03/tipos-de-frikis.html

    http://doctorfriki.blogspot.com/2010/01/entrada-pendiente_22.html

    Soy experto en Frikismo tengo Lic., Maestría y tres Doctorados.

    ResponderEliminar